La primera vez que te impacta el dulce chocolate, logras trepar a una silla o descubres el balanceo de una hoja al aire, te ciñes a la vida como dos águilas planeando al viento.
Deja que la corriente te lleve hasta el próximo verano, para recordar la sensación de dejarte fluir por la sorpresa de los primeros balbuceos.
Sé torpe también en recordar el escozor de la herida, coño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario