El origen del mundo está en el dolor rasgante del parto, en el asomar por un agujero estrecho entre agua, sangre y heces, en luchar por superar la estrechez de la vulva.
Si superas el primer azote en el culo, la primera bocanada hambrienta de aire, como no vas a saltar a la próxima casilla después del último no te quiero, no te deseo.
Hasta que llegue el último espasmo hay juego al final del túnel, como al principio.
Pero que te traten bien, que después del parto vienen los abrazos.