lunes, 12 de julio de 2021

Árboles, poesía

 Quiero dar voz al bramido silencioso del árbol

Porque es cobijo y abrigo

sustento y ancestro

sombra y oxígeno

 

Savia que limpia el aire que respiro

Hojas que dan sombra al tórrido calor castellano

Ramas que acogen delicados nidos e insectos multicolores

Raíces que frenan desbordados ríos

 

Quiero una ciudad que respete y venere a esos seres

Corteza y agua

Madera y luz

 

Quiero ser su bramido porque soy parte de ese árbol

Sus ramas son mis brazos

Sus raíces mis pies

Sus hojas mis manos

Su respiración mi aliento

sábado, 20 de marzo de 2021

Palencia

 Caminar con el viento en contra y el sol en la cara, andar despacio por esta primavera que asoma gélida. Pasear, que las piernas te lleven a una isla de margaritas, a un árbol que se mece con el aire, el cemento que lo inunda todo, las islas verdes que no son suficientes entre tanto asfalto, y pensar en un modelo de ciudad más amable, menos dura. Ver ese parque de cemento e intuir que se ha ido algo con ello, la tierra, la vida, la espontaneidad, la cara amable de los árboles y el césped, del aire limpio.

En esta ciudad la naturaleza siempre tiene el viento en contra, un aire de billetes y adjudicaciones, un aire de proyectos que se dan a amiguetes y se olvidan de la amabilidad del verde yerba, del gris tronco, del marrón rama y soplan con el verde billete, el gris cemento y el marrón para la ciudadanía que pierde espacios naturales y absorbe despropósitos, llámese la tala del Monte El viejo, los jardinillos o la orilla izquierda del río.

El viento en contra de las raíces, de los ecosistemas vejados. 

Cuando hay ciudades premiadas por cuidar sus ecosistemas y su naturaleza, la nuestra los sustituye y se viste de asfalto, de tala, de desprecio por ese oxígeno que tanta falta nos hace.