lunes, 27 de diciembre de 2021
sábado, 18 de diciembre de 2021
viernes, 10 de diciembre de 2021
martes, 30 de noviembre de 2021
lunes, 8 de noviembre de 2021
sábado, 6 de noviembre de 2021
martes, 2 de noviembre de 2021
viernes, 29 de octubre de 2021
viernes, 22 de octubre de 2021
lunes, 12 de julio de 2021
Árboles, poesía
Quiero dar voz al bramido silencioso del árbol
Porque es cobijo y abrigo
sustento y ancestro
sombra y oxígeno
Savia que limpia el aire que respiro
Hojas que dan sombra al tórrido calor castellano
Ramas que acogen delicados nidos e insectos multicolores
Raíces que frenan desbordados ríos
Quiero una ciudad que respete y venere a esos seres
Corteza y agua
Madera y luz
Quiero ser su bramido porque soy parte de ese árbol
Sus ramas son mis brazos
Sus raíces mis pies
Sus hojas mis manos
Su respiración mi aliento
viernes, 2 de julio de 2021
viernes, 25 de junio de 2021
viernes, 11 de junio de 2021
lunes, 7 de junio de 2021
jueves, 13 de mayo de 2021
jueves, 29 de abril de 2021
lunes, 26 de abril de 2021
martes, 20 de abril de 2021
viernes, 16 de abril de 2021
sábado, 10 de abril de 2021
lunes, 5 de abril de 2021
jueves, 1 de abril de 2021
domingo, 28 de marzo de 2021
sábado, 20 de marzo de 2021
Palencia
Caminar con el viento en contra y el sol en la cara, andar despacio por esta primavera que asoma gélida. Pasear, que las piernas te lleven a una isla de margaritas, a un árbol que se mece con el aire, el cemento que lo inunda todo, las islas verdes que no son suficientes entre tanto asfalto, y pensar en un modelo de ciudad más amable, menos dura. Ver ese parque de cemento e intuir que se ha ido algo con ello, la tierra, la vida, la espontaneidad, la cara amable de los árboles y el césped, del aire limpio.
En esta ciudad la naturaleza siempre tiene el viento en contra, un aire de billetes y adjudicaciones, un aire de proyectos que se dan a amiguetes y se olvidan de la amabilidad del verde yerba, del gris tronco, del marrón rama y soplan con el verde billete, el gris cemento y el marrón para la ciudadanía que pierde espacios naturales y absorbe despropósitos, llámese la tala del Monte El viejo, los jardinillos o la orilla izquierda del río.
El viento en contra de las raíces, de los ecosistemas vejados.
Cuando hay ciudades premiadas por cuidar sus ecosistemas y su naturaleza, la nuestra los sustituye y se viste de asfalto, de tala, de desprecio por ese oxígeno que tanta falta nos hace.